Recopilación y Prefacio por Ernesto Adduci
Prefacio | Los Relatos
COLOMBIA Y SU REALISMO MAGICO

Bernardo Quesada
Cantautor, arreglista y productor musical
Mi primer viaje fue a los 16 años a Cancún, México
Una noche cálida de septiembre, ya hace algunos años, me encontraba en Medellín, que es, sin duda alguna, de las ciudades del mundo con mayor belleza femenina por kilómetro cuadrado. La música me había llevado de viaje una vez más, pues estaba invitado a un festival de cantautores.

La cosa es que no puedo parar de trabajar y no es que sea workaholic, más bien si no trabajo como burro ¡no alcanza para comer! Por esto había llevado a mi viaje -como de costumbre- mi estación de trabajo portátil (una Laptop con Protools y unos audífonos) pretendiendo aprovechar mis ratos libres para terminar las canciones de una película que estaba musicalizando junto a otro colega de Costa Rica. En fin, iba a estar hospedado en la habitación de aquel hotelito de barrio varios días y con tanta inspiración en el ambiente ¿qué mejor plan que salir por algo de beber?

Así que me dispuse a salir al ÉXITO (que en paisa se pronuncia ÉSITO) y comprar un par de botellas de vino, unas aceitunas, quesos y algo de fiambre, para luego sentarme a gusto a componer en mi balcón del quinto piso del hotel Casa Blanca, que como dicen por allá  “queda una cuadrita arriba de los mondongos de la 70”.

Fui caminando al supermercado, disfrutando del clima fantástico y del buen gusto arquitectónico del barrio Laureles, compré mis “víveres” y salí de regreso para mi hotel, pero en lugar de regresar por el mismo camino, quise “inventar el agua tibia” e improvisar una ruta distinta de vuelta para de esta manera conocer más del vecindario y… ¡ERROR!… ¡Laureles es un barrio donde las calles son diagonales y convergen cada tanto en unas rotondas que se utilizan para regular el tráfico de los autos!  Nunca confíen en las calles diagonales, créanme, nunca van a regresar al mismo sitio de donde salieron si no es devolviéndose sobre sus mismos pasos.

 

Entonces estaba yo ahí, en medio del barrio, caminando y caminando sin llegar a ninguna esquina conocida y ya un poco preocupado por mi destino inmediato, ya saben, extranjero en país desconocido, con bolsas de supermercado, en una ciudad famosa por la fiesta… que se yo… ¡Lo peor que podía pasar no era que me asaltaran, era que me terminara secuestrando alguien que quisiera tomarse mi vino y nunca llegar a escribir las canciones de la película!

Así que decidí tomármelo con filosofía y caminé hasta llegar a una casa esquinera donde estaba un paisa disfrutando de su noche de jueves en el portal de su casa con su mujer, su reproductor de CDs a full sonando vallenato, su botella de aguardiente y su niño jugando en el césped (quizá su mujer le había reclamado que nunca la sacaba a comer afuera). Me acerqué a la barandilla del portal y dije: ¡Buenas noches! Buenas noches pues ¿dígame? --contestó el improvisado bailador.

Disculpe señor es que soy extranjero y ando un poco extraviado porque no pude regresar a mi…

¿Extranjero dijo? ¿Y de dónde nos visita? ¿Qué hace usté por Colombia mijo? 

Colombia es un país abatido por la guerra, el narcotráfico y sobre todo por el circo mediático internaCNNal que se ensañó en desprestigiarle en los 80s y 90s, es un país lleno de gente noble, bella, amable, educada y feliz que aún en los dosmiles ve a un turista casi como a un marciano,  cosa que hace a los colombianos más auténticos y adorables.

Bueno… eh…  Soy de Costa Rica… lo que pasa es que yo soy cantautor y vine invitado a un festiv…

¿Cantautor? ¡No me diga! ¿Famoso? ¡Qué bien!  Pues ¡Bienvenido a Colombia! Ojalá no se le pierda el camino ome!…

Ya el tipo había bajado el volumen de su reproductor de CDs y estaba a punto de invitarme a pasar a su portal a tomar aguardiente cuando escuché una voz masculina a mis espaldas que decía:

¿Su mercé está perdido? ¿Puedo ayudarle?

Percibí que algo inusual estaba a punto de pasar por la cara que puso mi nuevo amigo cuando levantó la vista por encima de mi hombro para ver al recién llegado, y sí… al volverme a ver quién me ofrecía ayuda, descubrí que se trataba de un hombre invidente con recio bastón y gafas de sol en medio de la noche.

 

¡Gracias! – respondí ¡Claro que sí, si es tan amable! Me volví y le guiñé un ojo al dueño de la botella de aguardiente y el asintió con una sonrisa, con esa complicidad muy colombiana, con el conocimiento de que aquello sólo en Colombia sucede.

 

¿Entonces, dónde me dijo que necesita llegar el señor? -preguntó mi lazarillo ciego-

Pues estoy hospedado en el hotel Casa Blanca –le dije

¡Ah! ¡Eso es aquí cerca, a unas cuadritas!

Si pero es que soy extranjero y me perdí camin…

¿Extranjero? Y… ¿Qué lo trae por Colombia?

Jejeje… pues bueno… es que yo soy cantautor y vine a un festival aquí en la ciudad.

 

¡Ah! ¡Qué bien! Me alegra que… 
La charla avanzó por el camino de la buena voluntad. Mientras avanzaba yo iba absorto, tratando de fotografiar mentalmente cada paso y sorprendido a la vez de la lección que la vida me daba esa noche; perdido y guiado por un ciego.

En algún momento de la amenísima plática que traía con el nuevo amigo, éste se detuvo en una esquina. No noté que él amablemente estaba escuchándome hablar hasta que, una vez terminado mi argumento dijo: muy agradable haberle conocido amigo, su hotel está aquí a la derecha a media cuadra, espero haberle ayudado, que disfrute Colombia y vuelva pronto.

El invidente siguió su camino y yo “floté” mi media cuadrita hasta llegar a mi hotel, subí a mi habitación y llamé por teléfono a “Pala”, un colega cantautor de Medellín que ha fotografiado en sus canciones a Colombia como a nadie he escuchado jamás.

Cuando terminé mi historia, Pala reía como un niño, casi podía verle las lágrimas al otro lado del teléfono y me dijo entonces con su acostumbrado tino:

¡Bienvenido a Colombia parcero, la tierra del realismo mágico!

¡Sí! Quizá García Márquez nunca confesó que los personajes, diálogos, argumentos y giros inesperados de sus textos los encontraba a la vuelta de la esquina, en cualquier rincón de cualquier barrio de su Colombia amada

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