Recopilación y Prefacio por Ernesto Adduci
Prefacio | Los Relatos
CRONOFOBIA

Rogelio Umaña
Consultor en Comunicación Digital
Viajó por primera vez cuando tenía apenas un año y nunca le ha tenido miedo a volar

La puerta se abrió frente a él y arrastró la su maleta con la desidia de un peón mal pagado. Otro viaje más.

¡Cuanto odiaba los viajes! El rítmico ruido de las ruedas de su Samsonite sobre el viejo suelo de goma parecía mofarse de él. Aquel viejo tapiz tenía más de los 100 años. El último administrador había decidido que era “histórico” dejar por lo menos un tramo de lo que fuera el viejo Juan Santamaría.

Saliendo del pequeño y ruidoso pedazo de nostalgia, la luz lo cegó. ¡Como le molestaba este cambio! Al frente se extendía la minimalista y casi antiséptica arquitectura de la tercera etapa del Puerto Aéreo Centroamericano.

A unos metros del holograma conmemorativo colocado por el Gobierno Confederado hacía cinco años, una administradora de la “Duty Free” lo saludó familiarmente. Cortés pero desganado, devolvió la sonrisa.

Volar le aterrorizaba. No era un miedo fóbico pero tampoco justificado. Era simplemente un terror rebelde, una pesadilla cotidiana que revivía cada vez que ponía un pie en aquellas naves ultramodernas.

Lo sintió desde la primera vez que su padre lo sentó orgullosamente en la cabina de los últimos Boeing que salieron de lo que entonces todavía se llamaba Costa Rica. Recordó las alas doradas en la solapa del traje de su padre y sintió un nudo de nostalgia y resentimiento en la garganta.

Absorto en sus recuerdos no notó que ya estaba frente a la puerta de embarque y se encontró de frente con un primer oficial y una sobrecargo.

  • Te estábamos esperando –

 

Le dijo el primer oficial dándole una amable palmada en la espalda al mismo tiempo que la sobrecargo le abría la cabina y vivazmente le reportaba:

  • ¡Todo listo, Capitán! –

 

Forzó una sonrisa, abrió la cabina y se colocó el capó mientras ordenaba entre suspiro y firmeza:

  • En diez minutos despegamos –

 

E inmediatamente, volteó hacia el primer oficial:

  • Miguel, necesito que des vos la bienvenida –

 

Y sin decir más, cerró la cabina.

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